Quisiera pasearme en el iris de tus ojos, ser resplandor difuso que ciega tus sentidos, atrapar la gota que derrama tu alma y perderme en la creación...



XXVII

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Recoge tu lamento;
la soledad de tu nombre
que nadie pronuncia en silencio,
la escarcha de la acera,
que humedece la piel y las heridas,
el vaso que te ahoga;
el amargo sabor de un trago inútil
y agarra la puerta de salida...
al otro lado, está la vida.
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